El cine giallo es un subgénero cinematográfico de origen italiano, derivado del thriller y del cine de terror, que tuvo especial vigencia durante los años 70, época en la que disfrutó de un considerable éxito comercial. Es uno de los principales precursores del slasher, sobre el que tuvo gran influencia.
El nombre de "giallo" (amarillo en italiano) hace referencia al color de las cubiertas de ciertas novelas policíacas baratas que fueron editadas en la década de 1930 en Italia y de las que el género toma gran parte de sus argumentos y elementos formales.
Desde el punto de vista estilístico, el giallo se diferencia del thriller policiaco tradicional por su tendencia a abusar de clichés psicoanalíticos y por dar mucha más importancia a lo puramente formal que a la coherencia de la trama, que en ocasiones parece una mera excusa para dar consistencia a la parte visual. Otra característica diferencial del género es una tendencia a recrearse en la violencia explícita rayana en lo morboso, que, sin embargo, suele ser tratada de un modo deliberadamente irreal y estilizado. Así, mientras que el thriller centra su atención en la búsqueda e identificación del asesino, el giallo lo hace en el crimen en sí, que es presentado en largas secuencias -sequenza lunga- culminadas en una explosión de violencia fuertemente idealizada y coreografiada.
Otra clave del género es la tendencia (que se agudizaría con los años) a dotar a sus asesinos de ciertas características casi-sobrenaturales, como una fuerza mucho mayor a la razonable -así, podemos acabar descubriendo que un temible asesino capaz de matar a golpes a un hombre era, en realidad, una menuda mujer de mediana edad-, o la capacidad de entrar, moverse o escapar de los escenarios de sus crímenes con absoluto sigilo. Esto situaría el giallo a medio camino entre el thriller, con sus asesinos puramente convencionales, y el asesino todopoderoso, en la práctica inmortal o invulnerable y representación del Mal, ejemplos de películas son: Halloween o Viernes 13.
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